31 agosto 2006

LA VIDA SIN FIDEL

Un isla que no se hunde

La noticia de la internación de Fidel Castro fue motivo de todo tipo de especulaciones, y llevó al festejo de los disidentes cubanos y aquellos que siempre tienen a mano razones para justificar su odio hacia el inamovible líder. La historia de Cuba en los últimos 50 años va a la par del Comandante, incluso cuando suelen prepararse documentales sobre su vida, como uno que emitió National Geographic hace un par de años, terminan siendo un recuento de la Revolución Cubana. Uno y otro parecen inseparables. Por esto mismo se formuló inmediatamente la pregunta sobre qué acarrería su muerte, y con qué cambios nos encontraríamos. La Revolución continúa, argumenta el Partido Comunista Cubano; una Cuba libre, esperan los detractores. ¿Libre de qué?

La antinomía igualdad/democracia fue el gran escollo con que se encontraron los Estados capitalistas a comienzos del siglo XX. Suelen identificarse ambos términos, pero la existencia de la democracia no garantiza la igualdad de condiciones para todos sus miembros. De hecho disfraza las diferencias bajo el lema del liberalismo: si todos tienen el derecho de elegir, podrán acceder a la vida digna que ansían. Sólo que en esa carrera por los bienes indispensables (no sólo de mercado, sino asimismo educación y condiciones dignas de vida), la gran mayoría arranca con una gran desventaja. Si es que puede participar. La democracia garantiza la libertad de expresión y los derechos cívicos, pero sigue justificando la dominación de unos pocos sobre muchos, enriqueciendo a aquellos y hundiendo a estos, cada vez más con el paso de cada generación. O sea, tenemos desigualdad, en un marco de libertad y fraternidad. Y también, no olvidemos, propiedad.

La ausencia de una verdadera libertad de expresión y las violaciones a los derechos humanos son los crímenes que se le imputan al régimen cubano. Con respecto a lo último, hay que recordar que hacia 1976 cuando la ONU realizó un informe sobre los derechos humanos en América, el país que demostró más respeto hacia ellos fue Cuba. Mientras que Estados Unidos fue sancionado por violarlos flagrantemente. Ni hablar de Argentina.

Cuba está fuera del tiempo, ese es en realidad su mayor pecado. El gran régimen comunista de la Unión Soviética hace tiempo que cayó, y su sólo fracaso debería haber hecho caer en la cuenta a los cubanos que el capitalismo está destinado a triunfar. Pero como esto no lo entienden tan fácilmente (y continúan apoyando a Castro), hacen falta bloqueos y condenas internacionales encabezadas por Estados Unidos. Cuba reniega de la democracia, por lo que el reino del mal que es el socialismo debe extinguirse con el propio Castro.

No importa que el sistema de salud pública y la educación estén garantizadas para toda la población. Que se puedan formar médicos e ingenieros en cualquier estrato de la población y esté ausente el analfabetismo. Debe haber total libertad de expresión. Justamente para que si un niño se muere de hambre, puedan denunciarlo. Pero los infanticidios ocurrieron en otros puntos del Caribe. Justamente en casi todos los países centroamericanos excepto Cuba.

Sólo es cuestión de revisar la historia reciente de países como El Salvador y Nicaragua, para ver de que destino escapó Cuba. Mientras la Revolución acabó con el sangriento régimen de Batista apoyado por Estados Unidos, en 1959, Somoza en Nicaragua y Romero en El Salvador llevaron a la pobreza a esos países, con el abierto apoyo del país norteamericano. Y lo que es peor, cuando fueron derrocados, Washington se encargó de financiar a los Contras y otros grupos paramilitares, verdaderos escuadrones de la muerte. Se buscaba salvar del comunismo a esos países, por lo cual se realizó el exterminio de miles de personas (13.000 salvadoreños en 1980, por ejemplo), y el consiguiente retraso de sus economías y vida cultural. Cuba mientras tanto le aseguraba una vida digna a sus ciudadanos.

Podemos ver también los casos de Haití (el país más pobre de todo el continente), Guatemala, Honduras, etc. Todos salvados del comunismo, todos ellos envueltos en inestabilidad económica y política durante décadas. Y en todos ellos Estados Unidos intervino apoyando a los contrainsurgentes o a los gobiernos moderados, impidiendo o entorpeciendo a los movimientos radicales, revolucionarios.

Demos vuelta el razonamiento: el comunismo salvó a Cuba de ese mismo destino. ¿Qué nunca se prácticó el verdadero comunismo en Cuba, y sólo es una dictadura? Bien, admitamóslo por el momento. Pero la mayoría de las democracias capitalistas en funcionamiento no logran llegar ni lejos a los resultados de esa Cuba bloqueada y amenazada. Tampoco lo buscan.

Ya pasó el cumpleaños de Fidel, la fecha esperada para su resurgimiento en la vida pública. Puede que nunca más se recupere. Sólo esperamos que esa Revolución eterna (como toda revolución, se conoce el principio pero rara vez su final) continúe con buena parte de sus características. El mismo Kennedy trató de detenerla con una invasión, y poco después toda la isla estuvo a punto de ser barrida del mapa con la crisis de los misiles de 1962. Sus ideales son defenestrados día a día por quienes repiten un discurso oxidado. Aunque cada vez se hace más evidente que el capiltalismo no tiene nada que ofrecerle a Cuba, y si mucho que sacarle, como bien sabemos en un país como Argentina.

En cualquier momento podemos aclamar: ¡Fidel ha muerto! Y a continuación: ¡Viva la Revolución!

Exequiel

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